Tengo un doctorado y no me alcanza para vivir
Por: Carla Huidobro
No tengo casa.
Tengo artículos publicados.
Tengo capítulos de libro,
ponencias internacionales,
dos idiomas y un título
que cuelga en la pared como si fuera suficiente.
Pero no tengo seguridad social.
No tengo contrato fijo.
No tengo la certeza
de que el próximo mes me paguen a tiempo.
Soy doctora.
Y no tengo cómo pagar la renta.
Enseño con hambre.
Investigo con sueño.
Escribo con la luz cortada.
Y aún así sigo.
No por vocación —no me jodan—
sino porque esto me salvó la vida.
Porque pensar fue mi refugio
cuando todo lo demás dolía.
Porque nombrar el mundo
me dio una forma de habitarlo.
Pero esto cansa.
Esta miseria disfrazada de mérito,
esta romantización del “hacer con poco”,
este aplauso hueco en congresos
donde nadie sabe que tu beca ya no alcanza
ni para el camión.
Estoy cansada.
Pero sigo.
Porque amo lo que hago.
Y ojalá eso, algún día,
valga más que la miseria que me ofrecen.
Ojalá algún día,
amar lo que haces
no sea la excusa para explotarte.