No hay miedo
Por: Carla Huidobro
No tengas miedo.
¿Miedo a qué? Si la vida es un incendio que tarde o temprano se apaga,
si el sol sale igual aunque no quieras mirarlo,
si el amor se va, regresa, se disfraza, se esconde
y vuelve a golpear la puerta con las manos frías.
No hay miedo.
¿A qué podría temerle, si todo se escapa?
Si el tiempo es un animal indómito
que nunca se deja tocar del todo,
si las palabras que no digo se quedan en mi boca
como pájaros sin vuelo.
El tiempo no pregunta, no espera, no perdona.
Es un río que sigue corriendo aunque no quieras mojarte los pies.
Hoy estás aquí, respirando, sintiendo,
mañana serás un recuerdo en la boca de alguien
o una fotografía que nadie sabe dónde guardar.
Hay instantes que se desvanecen en las manos,
hay amores que llegan como lluvia
y se van antes de que pueda cerrar los ojos.
Hay noches en las que el silencio pesa
y días en los que el sol no calienta.
Pero miedo, no.
Así que anda, abre la ventana, grita si quieres,
baila aunque nadie te mire, aunque todos lo hagan.
Toca lo que amas con las manos enteras,
con los ojos llenos, con el pecho abierto.
Ríe fuerte, aunque no haya motivo,
llora sin vergüenza cuando haga falta.
Porque la vida sigue,
porque el dolor se queda un rato
y luego encuentra otra casa donde habitar,
porque el cuerpo se cansa pero el alma insiste.
Porque el corazón, incluso cuando se rompe,
late.
Así que corro, aunque no sepa a dónde,
grito, aunque nadie escuche,
amo, aunque duela.
Porque no hay miedo.
Porque todo es fugaz.
Porque la
vida es este segundo,
y después… quién sabe.