Por: Carla Huidobro

Se espera que aguante.

Que no duerma.
Que escriba con migraña.
Que hable en público con el estómago hecho nudo.
Que corrija textos con fiebre.

Que se salte comidas,
emociones,
descansos.

Se espera que produzca.
Que entregue.
Que esté presente.

Y si no puede,

que al menos no se note.

Porque hay plazos.
Porque hay entregas.
Porque hay quien está esperando resultados.

Y cuando el cuerpo se cae,

llega la culpa.

Por no rendir más.

Por fallar.

Por no ser invencible.

Como si eso fuera el fracaso.

Como si dolerse fuera un problema personal.

Como si no fuera el sistema el que enferma.

El cuerpo no es una máquina.

Y un día lo recuerda.

A la fuerza.

Aunque nadie escuche el aviso.

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No sé cómo ponerle número a este dolor